lunes, 7 de mayo de 2007

En España ganó Ségolène

Me voy a estrenar en este blog con algunas reflexiones sobre las elecciones francesas que tuvieron lugar precisamente ayer. No soy periodista (ni ganas) así que no tengo pretensiones de objetividad ni nada parecido (algunos de aquellos las tienen, pero no saben que no puede ser y que además es imposible), así asumo que mi visión es contaminada y, en cierta manera, lejana, aunque sin lugar a dudas podría hablar lo que ocurre “allí” como “aquí” y de “ellos” como “nosotros” en cuanto a europeo; por ejemplo: “en Francia vamos a tener una papeleta con Sarkozy”.

Royal me gusta mucho, algunos decían que no tenía propuestas claras y que se amparaba en un virtual debate público para decidir sobre ciertos temas importantes. Realmente no entiendo cual es el problema en ese sentido, es más, considero considero muy deseable (si no imprescindible) que un político fomente el debate público y sepa sacarle partido a la hora de llevar a cabo su trabajo. Muchos considerarán que es mejor tener un Presidente de la República que dirija el Estado con mano dura, que sepa exactamente lo que se tiene que hacer en cada momento con cada ámbito, esfera, problema, sistema, colectivo que se articula con el conjunto de la realidad social.

Por ejemplo, la Constitución Europea: los franceses la quemaron. Ségolène pretende rehacerla dotándola de un tinte más social y volver a someterla a referéndum; pues bien, Sarkozy nos la a va "colar doblada". Como está ahora más o menos, “un tratado simplificado”, el cual llevará al parlamento y allí se aprobará con una mayoría simple, imagino. Así nos convertimos en meros receptores pasivos de una política maquinada por un tipo bajito, arrogante y con cara de mala leche (a alguien me recuerda).

La gente que está demasiado segura de todo debería dar mucho miedo, sin embargo, al electorado suele transmitirle confianza. Un tipo que desata una revuelta en los barrios más pobres de casi todas las ciudades del país porque se refiere a ciertos grupos de emigrantes como "escoria". Alguien que no sólo no reconoce a cierta parte de la ciudadanía sino que además la desprecia y repudia públicamente generando así una ola de violencia (dirigida contra los coches, afortunadamente) que duró semanas y acabó con toque de queda. Eso es lo que hemos elegido en Francia ¿qué se puede esperar?, Zapatero ha dicho que “ha ganado una derecha abierta y moderna”. Tururú.

Por lo menos en España sí que ganó Ségolène (por cinco votos).

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